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martes, 28 de febrero de 2012

DEJA LA VIOLENCIA EN PAZ

Siempre es oportuno de dicar unas líneas al tema, tan recurrente en nuestros pacientes, de la violencia doméstica, violencia familiar o violencia intrafamiliar. Primero que todo, habría que entender que la violencia familiar comprende todos aquellos actos violentos, desde el empleo de la fuerza física, hasta el matonaje, acoso o la intimidación, que se producen en el seno de un hogar y que perpetra, por lo menos, a un miembro de la familia contra algún otro familiar.

Los términos «violencia familiar» o «violencia intrafamiliar», en sí comprenden la violencia entre todos los miembros de la familia. Con una importante presencia en Sudamérica, se vienen utilizando desde 1988 y 1993 para referirse a la violencia ejercida contra la mujer en el ámbito de la familia, y más concretamente de la pareja, debido a que frecuentemente la violencia ejercida en este ámbito va dirigida contra la mujer. En todo caso, existen controversias sobre la terminología a usar en los marcos legislativo y penal. Desde 1983 también se utiliza «violencia doméstica» ya que resulta común que la violencia contra la mujer aparezca en el ámbito doméstico.

Habitualmente este tipo de violencia no se produce de forma aislada, sino que sigue un patrón constante en el tiempo. Los principales sujetos pasivos son las mujeres, niños y personas dependientes. Lo que todas las formas de violencia familiar tienen en común es que constituyen un abuso de poder y de confianza. Dada la complejidad y variedad del fenómeno, es muy difícil conocer sus dimensiones globales. Cabe añadir que la Dogmática considera de forma unánime que el término violencia se refiere tanto a violencia física como psicológica, considerándose igualmente tanto las lesiones físicas como las psicológicas

La violencia psicológica, conocida también como violencia emocional, es una forma de maltrato, por lo que se encuentra en una de las categorías dentro de la violencia doméstica. La intención que trae consigo la violencia psicológica es humillar, hacer sentir mal e insegura a una persona, deteriorando su propio valor. Difiere del maltrato físico ya que éste es sutil y es mucho más difícil de percibirlo o detectarlo. Se manifiesta a través de palabras hirientes, descalificaciones, humillaciones, gritos e insultos. Éste trastorno puede tener bases en la infancia de las personas cuando se llevan a cabo la falta de atención por parte de los padres o familiares, y la violencia intrafamiliar.

La violencia familiar incluye toda violencia ejercida por uno o varios miembros de la familia contra otro u otros miembros de la familia. La violencia contra la infancia, la violencia contra la mujer y la violencia contra las personas dependientes y los ancianos son las violencias más frecuentes en el ámbito de la familia. No siempre se ejerce por el más fuerte física o económicamente dentro de la familia, siendo en ocasiones razones psicológicas (síndrome de Estocolmo) las que impiden a la víctima defenderse. La mayor parte de los agresores son personas mucho mas fuertes que a las que se les agrede.

Desde un enfoque psicoanalítico se ofrece una perspectiva que es centrada en la simbolización de los actos agresivos que presenta todo ser humano, la posición de la victima y la responsabilidad subjetiva de los personajes que hacen parte de la violencia domestica. La violencia intrafamiliar se considera como una epidemia que golpea a los hogares en un ámbito mundial.

El psicoanalis explica que todo ser humano existen desde la infancia tendencias y impulsos agresivos que deben ser liberados. Esto sostiene que la agresividad y violencia no son exclusivas de personas jóvenes o adultas, clase social alta o baja, familia con cultura determinada y educación. Enseñan que la violencia domestica muestra dificultad para trasmitir la agresividad de una forma civilizada. Los psicoanalistas han mostrado que en la infancia las personas experimentan placer cuando liberan su agresividad, pero con el curso del desarrollo la educación recibida en casa y el colegio hace que agresión se impide la satisfacción de agresividad por medio del castigo, desde el psicoanálisis se explica que estas indeseadas situaciones de violencia están presentes en toda familia, pues en todo ser humano existen desde la temprana infancia tendencias e impulsos agresivos que surgen en la relación con el semejante y que deben ser descargados, pues la imposibilidad de descargar estos impulsos genera displacer”

TODOS LOS QUE ESTÁN INVOLUCRADOS EN LA VIOLENCIA ESTÁN ENFERMOS Y NECESITAN AYUDA

Hasta que no se conozcan los hechos, ninguno de ellos la recibirá. No se les hace ningún favor a los miembros de una familia que está en estas circunstancias al ayudarle a mantener este horrible secreto. Se les debe motivar a obtener ayuda. El continuar permitiendo este tipo de abuso tiene graves consecuencias sobre todo para los niños, muchas de las cuales sólo se manifestarán pasados muchos años. A veces los niños se convierten en victimarios y las niñas en víctimas igual que su mamá.

Recuerde que la violencia familiar es un proceso cíclico y que, a medida que pasa el tiempo, los ciclos de tranquilidad se reducen en duración, en tanto los episodios van aumentando en intensidad y frecuencia. La duración de este ciclo, que pocas veces es percibido por la víctima, es un indicador valioso.

Superando un Trauma

Uno de los motivos por los que se acude al dispositivo clínico tiene que ver con el saber que hacer con aquellas experiencias que han impactado emocionalmente, sobretodo, de manera negativa en la vida psíquica del sujeto. Ha esta experiencias se les ha denominado Trauma, y tienden a convertirse, si no se asimilan, en trastornos de estrés pos-traumático. Algunos de éstos, son producidos por guerras, catástrofes naturales, terrorismo, accidentes o sucesos de violencia física o sexual, pero, también fruto de acontecimientos cotidianos, como repetidas humillaciones, acoso laboral o sexual, enfermedades graves, etc.

Es importante aclarar que el trauma en ocasiones es el resultado de lo que se percibió y no de lo que realmente sucedió. Puede ocurrir, por ejemplo, que una persona durante su infancia se sintiera rechazada o que no se sintiera querida, pero esto no significa que efectivamente haya sido así. Sin embargo, al haberlo vivido como si así fuera, sufrirá todas las consecuencias que se derivan de un trauma emocional.

Una forma de identificar un trauma es la impresión que tiene una persona de que la experiencia pasada permanece en su presente. El recuerdo del suceso o la presencia de situaciones asociadas hacen que se intensifiquen las emociones o imágenes negativas. El paciente sufre de nerviosismo, tristeza, inseguridad, pesadillas, irritabilidad, dificultades para dormir, dificultad de concentración, hipervigilancia, sobresaltos, etc.

En los términos de la Psiquiatría un trauma es definido, indirectamente, como "exposición personal directa a un suceso que envuelve amenaza real o potencial de muerte o grave daño u otras amenazas a la integridad física personal, o ser testigo de un suceso que envuelve muerte, daño o amenaza a la integridad física de otra persona, o enterarse de la muerte no esperada o violenta, daño serio, amenaza de muerte o daño experimentados por un miembro de la familia u otra relación cercana (criterio A 1). La respuesta de la persona al suceso debe envolver miedo intenso, sentido de incapacidad de ejercer control u horror. En niños, la reacción debe envolver comportamientos agitados o desorganizados) (criterio A 2)" (Trastorno por estrés postraumático en DSM- IV) Generalmente el Trauma psicológico a cualquier experiencia que amenaza profundamente el bienestar(o incluso la vida) de un individuo o la consecuencia de esa experiencia en la vida emocional del individuo.

La respuesta de la persona al suceso traumático envuelve de miedo intenso, sentido de incapacidad de ejercer el control u horror (o, entre niños, la reacción debe envolver comportamientos agitados o desorganizados. Los comportamientos traumáticos se generan por efectos de aprendizajes; es decir se aprenden en circunstancias dolorosas.

Es útil precisar que las causas de traumatismo son múltiples y que la repercusión psíquica es diferente según que esté vinculado con la pérdida de un allegado o con violencias físicas, morales, sexuales; según que se compromete a la sociedad, como un secuestro, una guerra, un acto de terrorismo, una revolución, una catástrofe natural, o que se origine dentro del mundo doméstico. Se puede sufrir un traumatismo o varios, de diferente carácter o similar, o traumatismos acumulativos. El desarraigo también se considera como un traumatismo. Otra persona (o varios) habría manifestado hostilidad respecto del individuo que sufría el traumatismo; ésta puede adoptar distintas formas: falta de empatía, actos de frustración, negligencias, abusos o agresiones sexuales, malos tratos y violencia física, utilización y instrumentación, como en los vínculos perversos en general, y en un comportamiento típico, la depredación moral.

Todas las personas, y a cualquier edad, pueden quedar traumatizadas por un suceso negativo que ocurra en un momento determinado. Lo importante es afrontarlo y no permitir que le afecte durante toda la vida. Para ello es aconsejable contar con el apoyo de amigos y familiares. En casos concretos se puede encontrar apoyo a nivel social, según el tipo de trauma que se sufre. Las mujeres maltratadas o víctimas de abusos sexuales, pueden acudir a determinados centros sociales que tengan entre sus funciones, la de ayudar a víctimas de la violencia de género o de agresiones sexuales.

Igualmente, Acudir a un profesional. En determinadas ocasiones no se tiene clara la causa del trauma. Lo principal, en este caso, es descubrirla para comprender el porqué del problema y a partir de ahí poner solución. Es aconsejable acudir a un profesional para que a través de conversaciones o mediante algún tipo de terapia que ayude a encontrar el origen del problema.

Superar los posibles sentimientos de culpa. Hay personas que se sienten culpables por el suceso que les causó el trauma. Consideran que podían haberlo evitado o que fueron ellas quienes provocaron la situación. En estos casos, lo primero es superar ese sentimiento de culpabilidad, deben tener claro que ellas son las víctimas y que no hicieron absolutamente nada para que eso sucediera.

sábado, 11 de febrero de 2012

El AMOR NO TIENE EDAD… o SI?


El AMOR NO TIENE EDAD… o  SI?
Las parejas formadas por personas que difieren mucho en edad tienen dificultades añadidas a las de cualquier otra. Se debe ser consciente de ellas y de cómo solucionarlas.

¿POR QUÉ SE DAN ESTAS PAREJAS?

 El entorno de hombres y mujeres que deciden vincularse con otra persona que puede doblar o incluso triplicar la edad o al contrario, sentir atracción por quienes resultan más jóvenes y llenos de vida, es muchas veces un problema del cual no pueden sentirse ajenos.
Es así como las opiniones no tardan en llegar – sean éstas solicitadas o no – y cuyos argumentos son entre otros, los que hablan de una supuesta búsqueda o de una carencia, como el del padre que quiere brindar protección o la de sentirse cobijado como un hijo en las faldas de su madre.

Como psicólogo y remitiéndome al caso por caso, en algunas de estas parejas en el que la mujer se relaciona con un hombre que le dobla la edad se da el proceso inconsciente de la búsqueda de un padre. Hago la salvedad, que no necesariamente se tratará de este tipo de inquietud. ¿Qué pasa si esta persona en particular tiene las características que (la mujer en este ejemplo) valora y ha buscado?.

Ahora, aclara que si esta mujer (siguiendo con el ejemplo más clásico, aquel de una joven y un hombre mayor) estuviera en realidad buscando un padre, indagaría en alguna función en él que satisficiera su necesidad. “Ahí sí podríamos hablar y avalar lo anterior”.

Entonces, la sabiduría, experiencia, la protección y en el fondo “que se haga cargo emocionalmente”, serán las características que más se repiten en este tipo de búsquedas. Hago valer las siguientes interrogantes, ¿por qué esta mujer buscará tales cualidades en un hombre?, ¿qué hay en ella que no puede hacerse cargo de sí misma?, etcétera.

Y aunque menos común – o quizás menos evidente – es de igual importancia presentar el caso contrario, es decir, una mujer madura quien construye una relación con un joven menor. Al respecto, la sociedad tiene mucha injerencia en este tema  y por lo tanto al ser aún mal visto, es muy probable que sean muchos más casos de los conocidos, pero que el secreto de su desarrollo sea lo que impere.

Se tiende a pensar automáticamente que el hombre busca a esta mujer para obtener algún beneficio, en estos casos, lo que necesite puede ser similar o igual que en el ejemplo anterior, o sea, la seguridad que puede brindar una dama ya mayor, con experiencia y con sus ideas claras, cualidades que pueden cautivar a un joven para quien sus coetáneas le parezcan aburridas e infantiles.

En cuanto a las problemáticas en esta situación, lo más común es que sea ella quien tema que en algún momento no pueda seguirle más el paso a este muchacho, por lo que buscará ayuda en instancias como la cirugía plástica y todo lo que la pueda hacer ver más joven y bella.

Hay quien piensa que este tipo de relaciones  tan sólo se deben al interés económico de ella, y al deseo de rejuvenecer de él. En efecto esta es una de las causas que se dan en algunos casos, únicamente en algunos. Claro que  este tipo de uniones no deberíamos calificarlo de parejas, más bien de contratos mercantiles.

Hay otro tipo de parejas de edad muy distinta. Todos los hombres buscan en la relación de pareja que ella haga “un poco” de madre, de esa madre que consuela, cuidada, atiende. Todas las mujeres buscan “un poco” que él haga de padre, de ese padre que protege, satisface necesidades, y abraza en momentos de miedo y desconsuelo.

Hay casos en los que la mujer no busca “un poco” a un padre sino “mucho”. El hambre de amor paterno nunca satisfecho del todo, el no haber nunca renunciado en lo más profundo a que papá sea “de propiedad privada”, sin compartirlo con mamá ni con los hermanos, lleva a un número no desdeñable de mujeres a sentirse atraídas por hombres 15, 20 ó 30 años más mayores que ellas. Al mismo tiempo existen hombres que no asumen el paso del tiempo, otros que sienten que su psicología es aún joven aunque esté encerrada en un cuerpo que ya empiece a languidecer,

Otro  tipo de parejas, quizás el más numeroso, está formado por personas que reúnen todos los requisitos para sentirse atraídos: semejantes sufrimientos emocionales, distintos pero complementarios mecanismos para sobrellevarlos, esquemas similares de cómo debe ser una relación de pareja, estilos de hacer el amor compatibles... y ello con independencia de que el mayor sea él o sea ella.
Este alto grado de compatibilidad les lleva a intentar una relación de pareja estable a pesar de una marcada diferencia de edad.
Les guía en definitiva el amor, el sincero interés por el otro, la maravillosa experiencia de sentirse fundidos en una entidad llamada pareja. Tienen derecho a vivir estas experiencias. Casi todas ellas cometen un grave error, ignorar las dificultades añadidas que conlleva una relación con estas características.

¿QUÉ PROBLEMAS CONLLEVA ESTE TIPO DE RELACIÓN?

. La pareja es compartir. Compartir no sólo lo material, el espacio físico, la alegría o la enfermedad, sino también y quizás prioritariamente las emociones, aquello que alegra, entristece, hace vibrar a nuestro corazón, o simplemente inquieta. ¿Cómo podrá una persona de 60 años compartir con su pareja de 30 la experiencia de envejecimiento, de limitaciones físicas que la edad va ineludiblemente dando? ¿De qué forma podrá compartir lo que siente hacia sus nietos, (si anteriormente tuvo otra pareja de la que nacieron hijos), con alguien que tal vez no ha sido aún madre? Al mismo tiempo ¿cómo podrá el miembro más joven de la pareja compartir su todavía inmensa fuerza creativa y emprendedora? ¿O bien las discusiones con sus padres, cuando su pareja se sitúa mejor en el lugar de ellos que en el hijo / a como su pareja? ¿Cómo compartir la ilusión por un futuro mejor cuando a uno le queda casi toda la vida por delante mientras que el otro tiene casi toda ya vivida?

Estos son únicamente algunos de los muchos ejemplos en los que es difícil compartir la vida con alguien de muy distinta edad.

Este tipo de uniones tienen problemas cuando el paso del tiempo comienza a mermar el desarrollo de su vida cotidiana. “Hay un quiebre en la idea de que la relación es estar juntos para siempre, pues una pareja habitualmente espera llegar a viejitos, pero ¿qué pasa cuando uno llega primero que el otro?”

Los celos. El manejo de esa sensación ácida de los celos, el miedo a la infidelidad de la pareja, el grado de libertad que cada uno se otorga en la relación con otras personas de sexo contrario.... es uno de los temas delicados y potencialmente conflictivos en cualquier pareja. En las de mucha diferencia de edad se convierte en un gigante que puede terminar haciendo sucumbir la relación.

Amistades de edades y ambientes incompatibles. Se puede privar a las personas que mantienen éstas relaciones  de la satisfacción de juntar a sus amigos con su pareja, y puede producir roces y malentendidos con las amistades del otro ya que funcionan con esquemas muy distintos a los habituales para uno mismo.

Distintas posibilidades sexuales. La sexualidad sólo termina con la muerte, pero va cambiando con el paso del tiempo. Las mujeres suelen estar en el máximo de su potencial sexual, de su capacidad para disfrutar de tocar y ser tocadas. Su deseo, sus orgasmos, la capacidad para liberarse de miedos… están en su punto álgido. Si su pareja tiene alrededor de 65 ó 70 años seguramente tiene un impulso sexual mucho bajo

Rechazo de las familias. Con razón o sin ella es frecuente que tanto la familia de la persona más joven como la de la más mayor, no vean con buenos ojos este tipo de uniones. De no lograr que reconsideren su postura será un dolor para cada protagonista el no poder gozar de la dicha de que su pareja y su familia se encuentren satisfactoriamente, que sus dos pilares afectivos estén “en paz”.  

¿De qué manera enfrentarse a estos problemas?
 Ante todo y sobre todo siendo muy conscientes de que existen, todo lo contrario de lo que se suele hacer. Ocultar un problema, no hablarlo, adoptar posturas que tienden a negar la evidencia, no sólo no contribuye a sobrellevarlos sino que es el requisito para que antes o después desborden a sus protagonistas..

Un vivo interés por las cuestiones del otro, aún cuando por la propia edad esas cuestiones “queden muy lejos” en la experiencia vital actual, será imprescindible, pero sin por ello caer en el autoengaño de creer que pueden ser vividas como propias cuestiones que sólo se pueden vivir con emoción cuando la edad y las circunstancias acompañan para ello.

Una especial generosidad de cada uno para adaptarse al ambiente, a las amistades, al estilo del otro, es imprescindible. También habrá que aumentar el grado en que cada uno da “permiso” al otro para hacer actividades y frecuentar ambientes que le son propios y difícilmente compartibles con la pareja.

Aprender a satisfacer sexualmente al otro siguiendo sus esquemas, su ritmo, y sus preferencias, alternando los estilos y las concesiones. Lo primero que tendrá que hacer cada uno será informarse de las particularidades que conlleva la edad de su pareja

No juzgues como “interesada” a cualquier relación de este tipo, en muchas de ellas también existe el amor.

.Jamás dejes de lado las dificultades extras en este tipo de relación. Conocerlas y aceptarlas es empezar ya a dominarlas. En caso de fuertes dificultades un experto en temas de pareja puede ayudarte






LA FRUSTRACIÓN EN LA VIDA COTIDIANA por Irene Cardona

  La frustración, es imaginaria: la frustración es el campo de las exigencias sin límite, sin duda porque acompaña la tentativa siempre vana de restaurar una completud del yo, según el modelo de la completud de la imagen del cuerpo.
Tal como lo refiere la Psicología, la frustración  un estado en el que se experimenta una vivencia de fracaso, de no consecución de lo esperado. La frustración se puede deber a la ausencia o perdida de un estimulo positivo o a la aparición de un obstáculo en el camino de la consecución de los deseos u objetivos propios.

Corroborando con lo anterior, la frustración es toda incertidumbre que nos embarga, cuando nos establecemos metas que al final, por alguna razón, no obtenemos los resultados esperados.

Cualquiera que sea la causa que imposibilite la satisfacción de nuestros impulsos, el resultado siempre será el desajuste emocional que se ha de manifestar en forma de frustración o de conflicto que nos producirá el estado de ansiedad que puede llevarnos a la utilización de los mecanismos mentales de defensa y evasión que pongan en peligro nuestro desarrollo emocional.

La frustración puede dar lugar a una conducta agresiva, la cual se manifestara en el frustrado en forma de reacción que no solamente estará encaminada hacia considera que es responsable, sino también, en ocasiones, hacia alguien otro que puede ser totalmente ajeno. Una frustración crea un estado vivencial de fijación a la situación frustrante. La persona frustrada será sumamente sensible a todo planteamiento que la recuerde su frustración; sentirá angustia al ponerse en las mismas circunstanciasen las cuales fracasó y pensará ver repetida por doquier la misma situación frustrante, lo cual la conducirá, en último término, a llevar una existencia introvertida y poco arriesgada, con objeto de no repetir la misma vivencia decepcionante.

Pero, de otra parte, la persona frustrada siente la necesidad imperiosa de superar su frustración, por lo cual, de una forma ambivalente, se siente atraída y angustiada ante la temática frustrante.
¿De dónde proviene la intolerancia a la frustración? De la infancia. Las personas que fueron educadas de manera muy contemplativa durante su niñez, es decir, les satisfacían sus deseos de manera inmediata, después con el desarrollo se volvieron impacientes cada vez que querían algo. Esta intolerancia a no saber esperar, luego, mas tarde, en la vida de adolescente o adulto, les hace vivir dicha espera de mala manera, sintiéndose frustrado porque no obtienen del mundo las cosas, con la rapidez con que las obtenían del padre o de la madre. 

La frustración tiene que ver con algo que esperamos de los otros y que no llega o tarda en llegar bajo el prisma del tiempo. No solo me refiero a cosas materiales, sino también al orden de los sentimientos o afectos. Esperar el amor de los otros, el cariño, el afecto también pueden convertirse en causas de frustración cuando no se recibe en la cantidad que uno desea o con la rapidez que uno requiere. ¿ Cuanto amor necesitamos para no sentirnos frustrados? ¿ Cual es el límite a lo material? ¿ Conocemos nuestros límites o las personas se sienten frustradas porque no tienen limites a la hora de pedir y pedir, sea lo que sea?. Lo interesante del psicoanálisis es lo que hace con el sentimiento de frustración. En vez de sentirte mal cada vez que se frustran tus deseos, con psicoanálisis se enseña a utilizar esa energía que produce la frustración para relanzar de nuevo el deseo. El próximo día hablaremos del sentimiento de frustración en el amor.

La madre insaciable

Lacan presenta en el Seminario IV un triángulo inédito hasta entonces-Rompe la pretendida armonía de la relación madre-hijo y afirma que la madre nunca está a solas con el hijo: entre uno y otro siempre está el falo. El niño cobra un valor fálico al identificarse con el objeto de deseo materno. El cuarto término de esta relación es el padre. El falo aquí es definido como un significado, tiene un valor imaginario que se introduce en la metonimia del deseo de la madre.

A partir de la distinción entre castración, frustración y privación, Lacan ubica a la frustración como centro de la relación madre-hijo. Pero, añade Miller (véase "El falo barrado"), aquí lo más importante es la frustración de la madre como mujer.

Lo insaciable de la madre remite a su posición como mujer, a su tratamiento particular de la falta. Después de todo, la sustitución niño-falo no colma la falta y subsiste un resto de insatisfacción. Lo insaciable del Seminario IV aparece como voracidad en el Seminario V, Dice: "La madre es una mujer a la que suponemos ya en la plenitud de sus capacidades de voracidad femenina..

Con respecto a la frustración, Lacan intenta arrancar el concepto del contexto empirista y evolutivo en el que se encontraba. Para ello plantea que lo que está en juego en la frustración, no es un conjunto de experiencias que son vividas en la relación del sujeto con un objeto real, o sea que no se trata de la pura y simple negación de un objeto de satisfacción. Además, -señala Lacan-, Freud nunca habló de frustración, sino que utilizó la palabra alemana Versagung que remite a otros significados, tales como denunciar un tratado, retractarse de un compromiso, ruptura de un pacto previamente establecido, anulación de una promesa, palabra no mantenida por un Otro, un Otro simbólico que hay que entenderlo como correlativo de la indefensión y dependencia infantil. Ya hemos visto cómo en Freud la alteración interna (el llanto) cumplía una función de llamado al asistente ajeno, llamado que ya implica la alienación de la necesidad en el orden simbólico, ya que solo puede ser tramitada a través de los significantes del Otro, lugar del código, tesoro de los significantes, en los que la necesidad se pierde al articularse en una demanda. Este Otro con mayúscula, lugar del código, es la primera forma en que se presenta el Otro en la experiencia en tanto agente de la frustración, y se caracteriza por tener una articulación particular de la demanda, que es la de ser inseparable de la demanda de amor.

El neurótico se encuentra entrampado de tal manera en la relación con el Otro que, por más que intente escapar, no puede dejar de arrastrar sus cadenas y su esclavitud consigo mismo. Porque lo que lo esclaviza no es otra cosa que su propia demanda, demanda de amor dirigida al Otro de la frustración del que espera el don prometido, que nunca llega (recordar el significado del término aleman Versagung), o en el caso que llegue, es siempre insuficiente en relación a la insaciabilidad de la demanda de amor, que exige la presencia incondicional del Otro. Estas cuestiones, que son de estructura, el sujeto las vive como un daño imaginario infligido por un Otro caprichoso, arbitrario que, teniendo todo el poder para dar, no da simplemente porque no quiere. 

Por otro lado, el sujeto está convencido de que lo que pide es legítimo, de que le corresponde por derecho, de ahí que la neurosis adquiera las características de una querella al Otro.
El tratamiento psicoanalítico tiene como objetivo, como un horizonte al cual debe dirigirse, el desmontaje de esta estructura neurótica, la disolución de la religión del Otro, que implica la caída del Sujeto Supuesto Saber, lo cual hace prescribir la pasión del neurótico por la queja, la denuncia, el reproche, la espera, en suma, todo lo que constituye su gran disputa con el Otro.

De esta manera, el sujeto, al dejar de darle consistencia al Otro, pierde su sostén, se queda sin su partenaire, lo cual lo lleva a confrontarse con su soledad, incluso con su desamparo. Esto no impide los encuentros; al contrario, el sujeto queda más a merced de los encuentros. Sólo le queda, como dice Lacan, hacerse a ser, sin el Otro, eso que se es, lo que resta cuando se han podado las ramas de todos los espejismos

viernes, 10 de febrero de 2012

SENTIMIENTO DE CULPA COMO FUNDAMENTO DE LA EXPERIENCIA RELIGIOSA Y LA RELACIÓN QUE TIENE ÉSTE CON EL INCONSCIENTE: por Erminio Oliviero

Recordemos la afirmación drástica de San Juan: «Quien afirme no tener ninguna culpa, se engaña a sí mismo, y la verdad no habita en él.» Precisamente para lograr establecer una adecuada relación con Dios todo cristiano debe ser consciente de su pecabilidad y de su culpabilidad, reconociéndose pecador. Su encuentro con Cristo en los Sacramentos es el de un «indigno y inútil» que repite sin cesar «Ab ocultis meis munda me, Domine», de modo que «Abyssus abyssum invocat», el abismo de la criatura clama hacia el abismo del único Santo. La paz del hombre se radica en la aceptación de su realidad pecadora, entregada a la misericordia de Dios.
                En este orden de ideas, al hablar del pecado y la culpa observamos que para la Iglesia católica el sentido del pecado es una falta contra la razón, la verdad y la conciencia recta, es faltar al amor verdadero para con Dios, para con el prójimo y para con la Iglesia (Catecismo de la Iglesia católica 386-ss). El pecado es una acción humana que se opone a  Dios, construyéndose un mundo fundado en la propia persona, colocándose al margen de Dios, como si El no existiera.
                Como efecto de este pecado se manifiesta el Sentimiento de culpabilidad; Sentimiento de malestar: angustia y frustración por haber obrado en contra la conciencia; La impresión de estar manchado o contaminado; La sensación de derrota frente a un adversario más fuerte que la propia persona; La ruptura o división que sufre la unidad de la persona La vivencia de rechazo por parte de la comunidad fiel a la que no lo fue; el propósito de purificarse mediante una acción que recompense, de volver pagando el "rescate".
                Dentro de una estructura religiosa la demanda es de perdón. El perdón permite unir nuevamente al creyente, penitente a Dios. El pecado tiene una función fundamental en la relación del creyente con Dios. No hay creyente si no hay culpa.
                La religión en su estructura sacramental propone caminos de reconciliación y perdón para que el sujeto reconstruya su relación con Dios y con su prójimo. Ahora bien, ¿Qué sucede cuando estos mecanismo no sanan el sentimiento de culpa?, ¿Qué pasa cuando ese sentimiento de culpa se hace recurrente, obsesivo? ¿Es solo un problema de índole espiritual? Aquí nos interesa encontrar respuestas desde el psicoanálisis que puedan ayudar a muchos seres humanos a dar cuenta de ella,  encontrar el por qué sus angustias, a enfrentar la preguntar ¿Por qué me pasa esto?
                El sentimiento de culpa fue puesto en evidencia por Freud en la neurosis obsesiva. El sujeto, que percibe sus manifestaciones en forma de ideas obsesivas, lo ignora todo sobre la naturaleza de los deseos inconscientes que ellas tienen en su base.
                El carácter neurótico del sentimiento de culpa obedece a la imposibilidad, para el sujeto, de sobrepasar la problemática edípica. Así, el sentimiento de culpa permanece en gran parte inconsciente, pues la aparición de la conciencia moral está íntimamente ligada al complejo de Edipo, que pertenece al inconsciente. El sentimiento de culpa inconsciente es uno de los obstáculos principales con los que tropieza la cura analítica. No existe, escribe Freud, un medio «directo» de combatirlo. El único medio propiamente analítico consiste en trasformar poco a poco el sentimiento de culpa inconsciente en consciente. 
                La culpa, a juicio de Freud, es más que todo una "angustia social" (El Malestar en la Cultura p. 13), una angustia frente a la pérdida de amor, la cual emerge en un individuo cuando éste es  sorprendido realizando un acto prohibido por los progenitores. Desde esta lógica sólo es culpable quien es descubierto en el acto.
Pero ¿qué es lo que la activa? Los progenitores le exigen al pequeño un intercambio: si renuncie a la satisfacción pulsional entonces recibirá el afecto de sus padres. El individuo en consecuencia se debate entre dos bienes: el amor y la satisfacción de la pulsión. Tener uno implica renunciar al otro. Es así como se le exige al sujeto pagar con la renuncia a la satisfacción pulsional, para obtener a cambio el amor del otro. La culpa, en este contexto, es el dolor psíquico que se impone el individuo por haber traicionado al otro y por poner en riesgo su amor. Es así como en este primer tiempo culpa, amor y pulsión se encuentran en estrecha relación.
                En conclusión, desde Freud, buscaríamos hacer consciente el sentimiento culpa que esta inconsciente, nos ayudará a superarlo y a encauzar el juicio sobre nuestra persona sin convertirla en castigo.
                No olvidemos, ya desde la segunda tópica como la noción de Superyó había de conducir a Freud a atribuir al sentimiento de culpabilidad un papel más general en el conflicto defensivo. En efecto, la diferenciación del Superyó, como instancia crítica y punitiva, con respecto al yo, introduce la culpabilidad como relación intersistémica dentro del aparato psíquico: "El sentimiento de culpabilidad es la percepción que, en el yo, corresponde a esta crítica [del Superyó]".
                Dejando en escena a Freud, vayamos con Lacan. Todos sabemos el interés de Lacan de volver a Freud y uno de los conceptos fundamentales de ese volver es el del Inconsciente, y lo hace presentando un desarrollo de la concepción del inconsciente.
                Para Lacan el inconsciente está estructurado como un lenguaje. Significa que no basta con un solo significante, que para captar al inconsciente hacen falta al menos dos, S1-S2. Porque el inconsciente lacaniano está entre los significantes, por eso se necesita una cadena, una red para capturarlo. De ahí la estructura pulsátil de este inconsciente: aparece para desaparecer… y volver a reaparecer. Como señala Anna Aromí El “inconsciente lacaniano late, es como un corazón. O mejor aún: es el latido mismo, es el latido de la cadena significante”.
                Sabemos que el viviente llega al mundo y no es nada más que un pedazo de carne que se inserta, se aloja, entra o recibe un baño de lenguaje que es el discurso del Otro, y de ese discurso  toma  algunos significantes, queda prendado, queda marcado por algunas palabras, identificado a algunas palabras, se dan cuenta que ese es también el discurso del amo, y eso significa que los sujetos están identificados a algún significante amo que los gobierna y que marcan al sujeto sobre sujeto barrado, que no es otra cosa que un sujeto en falta en ser, un vacío. El sujeto se constituye así en el lugar del Otro, en la dependencia de lo que allí se articula como discurso, capturado en una cadena simbólica en la que es jugado como un peón: el inconsciente es el discurso del Otro.
                Apoyándonos en lo anterior, recordemos la plegaria: Por mi culpa, por mi grandísima culpa. Es ese discurso que en la religión te hace culpable por la muerte de Dios, culpable por la falta del Otro, por la hiancia propia del goce, quizás así podría explicarse la extraordinaria eficacia del mito religioso sobre la subjetividad.
                Por lo tanto, la culpa es parte del discurso del otro que ha dejado marcas, ha sido esa  palabra que traumatiza al sujeto, el agujero,(trou) lo que hace marca en el sujeto. Y ese significante, inconsciente, aparecerá y desaparecerá como sujeto dividido, de forma pulsional repetirá lo que le produce la culpa para demandar perdón del Otro, será su goce.
                Pero Lacan nos aporta algo mas, y es que este sujeto dividido por el sentimiento de culpa, que no sabe porque es culpable pero demanda perdón, así se introdujo el significante amo de la religión que ordena y manda, pase por el dispositivo clínico, pase por la cadena significante, elaborando un saber, construyendo una ficción, por eso hay un tiempo de la sesión y un tiempo del análisis que es el tiempo de ese sujeto, el tiempo que le tome a ese sujeto construir las articulaciones significantes con las que pueda ir reconociéndose en lugares distintos, tomando distancia de esos S1 a los que venía identificado y a la vez ir localizando su modo de goce singular.
Orientamos al sujeto a tomar cierta distancia de ese significante de culpa, desde el principio, empezamos por no reconocerlo en el espejo en el que él se mira. Cuando llega un paciente y dice: “soy sotanito de tal, y soy culpable de…”, se presenta desde su yo y propone una relación especular, yo a yo,  en una psicoterapia y/o hasta en el confesionario, se lo reconoce, se utiliza el sentido común , desde el lugar  del otro en el discurso amo uno podría comprenderlo, reconocerlo ahí donde quiere ser reconocido, el psicoterapeuta o el sacerdote se dirige al yo y  por lo tanto le dice: “sería bueno que pensemos cómo lo puede solucionar, necesita perdonarse..etc.”, reconocerlo allí donde el yo quiere ser reconocido, entonces le fijamos más el S1, si nosotros no la reconocemos, ¿Qué quiere decir no reconocerla? No responder a su demanda, exactamente ¡Bueno y! ¿Qué más, a ver  cuénteme otra cosa?… si pero es que estoy preocupado, ¡Hable!, no empatizamos  ni la comprendemos,  Lacan llama a eso la “posición inhumana del analista” (Miller, J. A. Introducción al método psicoanalítico. Ano 2008)
                Es interesante reconocer, que al final del análisis algo de eso todavía queda, esas marcas que son irreductibles, por lo que Lacan da una respuesta y dice bueno se deberá  hacer algo con eso, saber hacer.
                Es decir, hay es un progreso para el neurótico, un progreso en el que justamente se afloja sobre él la tenaza del sentimiento de culpabilidad. Pero hay un límite: lo simbólico no llega a hacerse cargo de todo el goce. Queda algo.
                El final de análisis apunta a un encuentro con lo más propio, lo más singular de cada uno, el análisis es el camino de no relación al Otro, el sujeto se ha despegado de todos los Otros, de los ritos, de todos los mandatos y ha quedado con lo de uno, trata de arreglárselas con lo que encontró de si mismo.

Las adicciones y el Psicoanálisis: por Irene Cardona

No podemos negar que las drogas producen efectos, pero éstos no son sólo nocivos, sino que también producen placer, estados de conciencia ajenos a la vida cotidiana y constituyen un eficaz remedio para evitar el sufrimiento ante las dificultades que conlleva la vida, tal como señala Freud en El Malestar en la Cultura .
                En la actualidad, el uso y abuso del consumo de drogas es un tema que demanda mucho la atención e investigación de distintas disciplinas de la ciencia, la religión, la filosofía, etc. No se queda atrás, la intervención Psicoanalítica. Me he encontrado con diferentes trabajos y referencias clínicas tanto del campo Freudiano como Lacaniano, dando su aporte a la clínica de la toxicomanía.             La  toxicomanía  se presenta como un hecho de la clínica cotidiana que cuestiona las respuestas dadas, estimula el pensar y nos pone frente a exigencias técnicas que no podemos desatender. Todos los efectos, tanto los nocivos como los benéficos no dependen sólo del producto en cuestión. Si la ingesta de una sustancia ha llegado a ser problemática ha ocurrido en el sujeto, y las condiciones para que se dé una adicción han de buscarse necesariamente en él.
                El primer concepto que hacemos propio es considerar a las adicciones no como un síntoma ni como una estructura. Es un acto que apoyándose en cualquier estructura, neurótica, perversa o psicótica nos confronta a lo que hace cortocircuito con la palabra, es un hacer en lugar de un decir.
                El nombre de "drogodependiente", "toxicómano", "drogón", “adicto”, etc., designa una práctica no sólo de consumo de sustancia sino un modo particular de consumirse el sujeto.
                Tomando en cuenta que la droga genera dependencia, me llama la atención como esa dependencia deja al consumidor sin palabras entendiéndose esto como “adicción”, y esa adicción tiene una naturaleza de carácter destructivo, pues sabemos que el consumidor atraviesa por distintas etapas en las que va de un estado inicial “experimentar con la droga, luego probarla ocasionalmente, seguido a lo habitual hasta ser un “dependiente” que se encuentra constantemente en riesgo y provocando situaciones que lo exponen a la muerte.
                De lo anterior, podemos señalar que el consumidor dependiente tiene una tendencia constante de buscar satisfacción en la droga, pero esta satisfacción es auto destructiva, en este sentido ¿Cómo podemos explicar esta tendencia?  En “Más allá del principio del placer” trabajo hecho por Freud, se intenta reflexionar sobre el hecho de que la compulsión a la repetición relacionada con la destructividad, es algo mucho más decisivo en la vida psíquica. ¿Por que la elección de la droga? Llegado a este punto, Freud en un primer tiempo, para comprender como se lleva acabo la elección de objeto en los casos de « toxicomanía », me apoyo en su tesis, que parece en la carta 79, citado por Diego Moreira en Lenguaje y adicción (2009) . Freud describe allí la masturbación como la primera forma de adicción, de la cual las adicciones siguientes surgen como substitutos.
                Pareciera entonces que la « toxicomanía » es un acto auto-erótico que FREUD nos dice, precede al narcisismo en el cual ya existe la presencia del otro, Es un acto auto-erótico ya que el “Adicto” se las arregla solo con su cuerpo y con sus pulsiones sin la intervención del otro.
                En tal sentido, La pulsión tal como la ve Lacan se inscribe en un enfoque del inconsciente en términos de manifestación de la falta y de lo no-realizado. En tal carácter, la pulsión es vista bajo la categoría de lo real.
                Para captar la esencia del funcionamiento pulsional hay que concebir el objeto como del orden de un hueco, un vacío, dibujado de manera abstracta y no representable: el objeto (pequeño) a. Para Lacan, la pulsión es por lo tanto un montaje caracterizado por la discontinuidad y la ausencia de lógica racional, por medio del cual la sexualidad participa de la vida psíquica al conformarse a la "hiancia" del inconsciente. En realidad, Lacan desarrolla la idea de que la pulsión es siempre parcial.
                Dice Lacan en "Los 4 Conceptos...", "...una de las formas en que la pulsión se encarna es el tatuaje, la escarificación. La incisión tiene por completo la función de ser para el Otro, situar allí al Sujeto señalando su lugar en el campo de las relaciones del grupo". Inscribe así a la pulsión en el campo del Otro. La pulsión que solo viniendo de allí da entrada al Sujeto, marca ese punto de alienación inevitable de ser en tanto deseo del Otro, iniciando así el derrotero desiderativo. En la toxicomanía no hay marca del Otro. Es el Uno con el uno.
                Cuerpo para sí, para Uno, no para Otro. Cuerpo tratado como lo hace la ciencia, como organismo que se modifica con las sustancias, observado en sus efectos, tenido en cuenta en sus límites y umbrales, pero no cuerpo de deseo donde el Otro vaya haciendo marca con la manos o la mirada. Ausencia de cuerpo donde la pulsión va haciendo mapa.
                Digamos que las toxicomanías nos ponen en relación con la problemática de la pulsión, con la pulsión de muerte. El concepto de goce, lacaniano, es importante para entender como un sujeto puede encontrar satisfacción incluso en aquello que puede llegar a perjudicarlo. Y el psicoanálisis es una operación sobre el goce, mas allá que el sujeto lo ponga en relación a un toxico o no. “Al ser el psicoanálisis una operación que permite ver la relación que el sujeto tiene con su goce, haciéndolo responsable, le brinda una salida a la problemática de las toxicomanías, y una salida insisto, diferente de la habitual Fabián NAPARSTEK (2008).
                Finalmente, el psicoanálisis tiene en ese sentido una perspectiva ética, el tema del sujeto en relación a la problemática del consumo es fundamental para la dimensión subjetiva y que  este se haga preguntas sobre esto. Pero ante la dificultad del sujeto adicto en poder construir un fantasma, hecha mano a diversos objetos y  a un goce único  en forma repetitiva y compulsiva como es consumir droga. Esto hace que el abordaje del sujeto adicto sea muy delicado.

 Creo que en ese sentido el psicoanálisis ha creado un abordaje inédito y una salida lograda.

El día de SAN VALENTÍN es el día para darte AMOR PROPIO


Esta cerca la celebración del Día de San Valentín, y parece que el mundo tiende dividirse en dos grupos: los que tienen pareja y los que no. Para los primeros la dinámica es hacer planes para sorprender a su media naranja, sin embargo para los que están en el segundo grupo, es decir los que están SOLOS, comienzan a lamentarse: “¿Por qué otra vez sólo este año?” “¿Será que hice mal en terminar con mi ex pareja?” la verdad no estoy de acurdo con este tipo de división y en vez de ser solteros o comprometidos, debemos pensar en que nadie da lo que no tiene, por lo que todos podemos sentirnos parte de un mismo grupo: el del amor propio.

Tanto en la consulta psicológica como en el programa de radio hemos tenido la oportunidad de escuchar relatos sobre relaciones sentimentales en la que siempre la queja va dirigida al otro, la culpa de la soledad o falta de amor siempre la tiene el otro, cuando la verdad por la cual la gente elige la pareja incorrecta es por la falta de valoración propia. Si no nos valoramos nosotros mismos, ¿qué podemos esperar de la pareja que elegimos? Te invito a celebrar el día del amor propio siguiendo estas claves:

1-      Ingenia tu propio Día del Amor: El hecho de que el mundo entero parezca estar en pareja y comiendo chocolates en forma de corazón no quiere decir que tú tengas que hacer lo mismo. Si quieres celebrarlo viendo en la tele un maratón de la última temporada de la serie que más te guste, ¿qué importa lo que piensen los demás?

2-       Hazte tus propios obsequios: Sí. No estamos locos. Cómprate algo que siempre hayas querido, pide en la tienda que te lo envuelvan y déjalo al lado de tu cama la noche antes de San Valentín. Te sorprenderás de lo bien que esto te hará sentir y cuánto contribuirá a descubrir más del amor hacia ti mismo.

3-       Busca primero en ti el amor: El amor que vendrá de otra persona, será tan grande como el amor que logres encontrar dentro de ti. Deja de esperar que otra persona te ame y encuentra las cosas que te hacen alguien valioso. Cuando te quieras tú mismo, sin esperarlo, podría aparecer alguien más que se siente de la misma forma por dentro y que querrá compartir su vida contigo.

Nos encantaría saber ¿qué más haces en la búsqueda del amor propio? Déjanos tus comentarios aquí.