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viernes, 16 de marzo de 2012

¿ES EL EMBARAZO PRECOZ UN SINTOMA DEL PASAJE A LA FEMINIDAD DE LAS ADOLESCENTES ACTUALES?

Actualmente en los medios de comunicación en Venezuela se hacen eco del incremento de embarazos en la adolescencia durante los últimos años.
Venezuela es el país de Sudamérica con mayor tasa de embarazo adolescente. Y el tercero de todo el continente solo por detrás de Nicaragua y República Dominicana. Según datos de la Organización de Naciones Unidas, 91 de cada 1.000 gestantes tiene menos de 18 años. Un problema asociado principalmente a familias disgregadas y de bajos recursos que se repite generación tras generación y que el Gobierno venezolano asume como el segundo gran problema de salud sexual.

Además, el aborto no esta regularizado en Venezuela, por lo que muchas de estas niñas lo practican en condiciones inseguras como en lugares ilegales o introduciéndose ellas mismas objetos en la vagina. De hecho, el 6,4% de las adolescentes han tenido un aborto y se producen dos muertes semanales por su mala práctica. Las complicaciones obstetricias son la tercera causa de muerte de las mujeres de 15 a 19 años, que tienen cinco veces mas probabilidades si el rango de edad desciende a las que se encuentran entres los 10 y los 14 años.

A pesar de las campañas de prevención y del acceso gratuito de los jóvenes a la contracepción y de la píldora del día después, ¿cómo entender actualmente el incremento de estos embarazos? ¿Por qué esta maternidad tan precoz? ¿Tiene que ver con los desasosiegos amorosos de las adolescentes actuales? ¿Cuáles son las razones por las que las adolescentes se quedan embarazadas?

Algunos profesionales de la planificación familiar atribuyen este aumento a varias causas: “Que la educación sexual, recibida en la familia, las escuelas, los medios y el entorno falla estrepitosamente”. “A la dificultad de acceso a los métodos anticonceptivos i a la píldora del día después”. “A las largas esperas para acudir a un centro de planificación familiar”. “Al miedo a tomar la píldora”. “Al uso del aborto como método anticonceptivo”.

En estas jóvenes actuales no existe desconocimiento o falta de información acerca de los métodos anticonceptivos. Buscar la solución de estos embarazos en una píldora, así se llame “del día después”, no parece ser la solución a una problemática que parece tener sus raíces en la subjetividad, en lo particular de cada sujeto, en la subjetividad de una época que excluye cada día más, y de la cual el sujeto trata de incluirse de alguna manera.  

¿Podríamos decir que los embarazos no deseados en las cifras que nos muestran los abortos son antes que nada embarazos a tomar como síntomas del mundo moderno? ¿Acaso los embarazos de las adolescentes son ritos de pasaje, o una manera de demostrarnos que son mujeres? ¿Serán acaso intentos torpes de apoyarse en un rasgo que permite una forma de certeza en lo concerniente a la feminidad? Quizás son una muestra de las dificultades relacionadas con la posición femenina y vienen a interrogarnos sobre las relaciones hombre y mujer, más allá de las cuestiones de la paridad en lo que anima a cada uno en su relación con lo real. Podríamos decir que las cifras nos cuestionan sobre la manera en que la subjetividad de cada uno se encuentra comprometida en la sexualidad.

Nuestra práctica cotidiana con adolescentes nos confronta a dificultades y particularidades, tanto clínicas como teóricas. Voy a tratar de analizar a través de varias viñetas clínicas de adolescentes embarazadas que deciden abortar, escuchadas en consulta privada y en consulta pública en un centro de planificación familiar para jóvenes si el embarazo es un síntoma del pasaje a la feminidad de las adolescentes actuales.

¿Qué hará que ellas decidan abortar o continuar con el embarazo? ¿Tiene que ver con el estrago madre-hija? o ¿acaso con el goce femenino? O ¿el embarazo viene a dar cuenta de la dificultad entre ser madre y ser mujer?

Pongamos un caso: A través del embarazo, una adolescente intentará reencontrar su madre a partir de dos preguntas: ¿cómo ha sido madre? Y también ¿Cómo es mujer? ¿Cómo conciliar estas dos posiciones? Todo esto se cuestiona la adolescente en el tiempo del pasaje de chica a mujer.

Susana es una chica de 15 años, visita al ginecólogo  porque ha constatado que esta embarazada. Sus padres están separados y ella sólo tiene una hermana que la acompaña. Ha realizado algún intento desesperado para revelar su embarazo a su madre. Al final decide afrontarlo enviándole un SMS, cuando su madre se encuentra en casa de su hermana. Su sola inquietud era el anunciarle a su madre el embarazo. El embarazo en si no tenía ningún valor a sus ojos. Además este embarazo ha sido en su primera relación sexual.

Después de hablar con su madre es cuando puede ser consciente de que esta embarazada y de que quiere desprenderse de “eso”. Además este embarazo, viene en el momento en que su madre se separa de su padre e inicia otra relación con otro hombre. La madre se sorprende de que su hija ya sea adolescente y piensa que todo es debido a los cambios que han sucedido en su entorno familiar. El embarazo le ha servido a Susana para poder salir, del lugar de niña pequeña, en donde la madre la colocaba.

La madre de Susana al saberlo, no tiene otra idea, más que la supresión del embarazo de su hija, como si frente a la pérdida, pérdida irremediable de la infancia de su hija, se tratara de ganar tiempo. Así del instante de ver se pasa al de concluir. Pienso que es importante que a la adolescente se le escuche antes de la intervención para que pueda comprender algo de lo que se expresa con el síntoma de su embarazo.

El embarazo en la adolescencia aparece como una marca innegable del hecho que es mujer o como un intento abortado de reconocerse mujer. La madre no puede ofrecer a su hija el rasgo identificatorio de la identidad femenina debido a que el significante de la mujer no existe. Es el único rasgo, la maternidad que permite de intentar aproximarse a este enigma que constituye la mujer.

¿Qué espera la hija de su madre en tanto que mujer? Es una de las preguntas que se encuentran en el pasaje a la feminidad de las chicas y a la que es muy difícil responder.

La cuestión es saber que precio debe pagar la adolescente para franquear esta etapa de la adolescencia, no sin riesgos, esta etapa decisiva que es el encuentro del sujeto con el deseo sexual, con la elección del objeto de amor. ¿Cómo va a arreglárselas? ¿Cuál será su margen de maniobras? ¿Arriesgará su vida o sabrá sacrificar una parte del goce que esta en juego?

Algunas adolescentes frente a la pregunta ¿Qué es una mujer?, se angustian al intentar encontrar una respuesta, hacen un salto de niña a madres sin pasar por la feminidad. Frente a la no respuesta de sus madres sobre la feminidad y sobre el goce femenino, podemos encontrar las respuestas de algunas adolescentes actuales: embarazos precoces, anorexia, bulimia, adicciones, inadaptación escolar, vaginismo, abandono de los estudios, etc.

¿Donde encontrar el sendero que conduzca a la feminidad? Según Assoun2: “Se refiere a un pasaje poco profundo de un río, que se puede atravesar a pie. Pero la Gradiva debe saber, en que momento poner el pie sin mojarse o sin ahogarse… Debe remitirse a ella misma, decorando este pasaje al vacío.”
En “este pasaje al vacío” que representa el acto de interrupción del embarazo, la adolescente se “moja” en tanto que sujeto, en ese imposible de ser mujer, en el mismo momento de llegar a ser. Pero ser mujer, nadie podrá hacerlo mejor que ella en adelante.

Percibimos en estas viñetas que el embarazo da cuenta de los problemas subjetivos de cada adolescente y de los avatares de cada chica en su acceso a la sexualidad y feminidad. La hipótesis de un pasaje al acto que permita que se pase mágicamente del cuerpo de la infancia a la edad adulta o de niña a madre es muy convincente.
Abortar puede ser, a veces una falsa salida sintomática a un conflicto psíquico, difícil de tratar por el sujeto.
Si para Freud “una verdadera mujer” es la que escogería la tercera via de estos destinos de la feminidad, o sea la maternidad, para Lacan, “una verdadera mujer” es la que mantiene la separación necesaria entre la madre y la mujer, que la maternidad viene a encubrir si llega el caso.
Lacan escribe: “La mujer no entra en función en la relación sexual sino como madre […] se demostrará que el goce de la mujer se apoya en un suplir ese no—toda. Para este goce de ser no—toda, es decir, que la hace en alguna parte ausente de sí misma, ausente en tanto sujeto, la mujer encontrará el tapón de ese a que será su hijo.”1

Podríamos decir que el embarazo como síntoma, el hijo en el vientre, es el significante con el cual la adolescente logra inscribir su sexuación; el goce no desaparece, pero encuentra la forma de ser simbolizado ante el Otro, y con este, su lugar en el lazo social como madre.

¿Cuál es entonces la relación de estos síntomas con el discurso capitalista y de la ciencia? Del lado del embarazo precoz como síntoma la adolescente subvierte la verdad del discurso que, ante su afán por ponerla a producir, la adolescente lo que pone es su propia producción, o sea, un hijo con el cual se hace a un lugar como ser sexuado, como madre, restituyendo así parcialmente, lo borrado del NP, pues de hecho se considera que ella tiene un hijo para el padre.
2 P.L.Assoun (2001) Que veut une adolescente? Paris : Ères
1 J. Lacan, El Seminario XX , Aún p. 36 6

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